El lugar de donde provienen las palabras, de donde arranca el proceso creativo, está plagado de recovecos e inexactitudes. Debe de ser muy parecido a un laberinto, en el centro del cual está la idea en toda su amplitud, con toda su carga de belleza, de crueldad, de pasión o de cinismo. Cualquier labor intelectual exige llegar hasta él. Esto obliga a la mente a transitar desde la memoria hasta el subconsciente por un mundo lleno de fotografías, de imágenes de personas que amamos o que nos amaron —algunas ya desaparecidas—, de lugares y situaciones pasadas, de oportunidades perdidas.
Según vamos adentrándonos en busca de esa escurridiza inspiración, nuestro paso se acelera, aumenta la ansiedad y se embotan los sentidos. Nos embriagamos de plenitud al sentir que la meta no es inalcanzable.
Al obtener la idea, el concepto abstracto, sólo resta emprender el camino de regreso desde los universos infinitos del alma hasta el microscópico mundo regido por las tres dimensiones.
El camino inverso ya no es ni confortable, ni inmediato. Todo aquello que nos parecía tan claro, tan evidente, se va sumergiendo en una niebla espesa. La saciedad que obtuvimos del subconsciente desaparece, sintiéndonos ahora sedientos ante nuestro esfuerzo de plasmarlo en una sencilla hoja de papel. De pronto desaparece parte de la seguridad que albergábamos, haciéndonos enmudecer, dejándonos desconcertados —como el sabio ante la inocente pregunta de una adolescente—. Aparece, de golpe, el síndrome de la página en blanco.
Aparentemente, esta sensación de vacío no tiene razón de ser: mentalmente se han estructurado los razonamientos que deseamos plasmar, tenemos las líneas generales de los mismos; incluso conocemos de antemano algunas palabras prefijadas, palabras-nodriza; sobre la mesa están alineados los materiales y utensilios del escritor; pero siguen escabulléndose la forma externa de nuestras ideas, los fonemas, los vocablos precisos. En un primer momento garabateamos unas líneas: “Es un extraño abismo...”; suele ocurrir que nada más terminarlas ya nos parecen superficiales, vacías de sentido o imprecisas. Comienzan las tachaduras mientras que un sentimiento de orfandad nos invade.
Pero de pronto algo crece en nuestro interior, un pensamiento que, arrancando desde el inconsciente, cruza nuestra percepción subjetiva, incrustándose en la consciencia, inundándola de evidencias que se suceden una tras otra, en ocasiones con demasiada rapidez. El texto ha nacido y por fin es.
6 Experimentos:
Tu t’estàs referint al dubte. I t’entenc. El dubte és bo, fins hi tot necessari. És el camí de tornada. Són les petjades del desconegut que creus seguir per no perdre’t. Si mai estàs sol i no saps on anar, cerques quelcom que t’indiqui el trajecte per tornar a casa. Fins aquell moment has estat ascendent per un corriol fins al cim: alegre, orgullós, adolescent i insensat, però no t’has fixat en cap referència que t’ajudi a tornar. Però allà dalt sorgeixen boires empallegoses i deixes de veure-t’hi. Les imatges es distorsionen i els dubtes t’absorbeixen. Però, com molt bé expresses, cal aprofitar l’instant ja que és ara quan l’instin determina el rumb, quan la ment es tanca en el subconscient i sorgeixen les idees més embriagades. Tal vegada estàs en perill, en crisi o desconsolat, però els sentits més interiors et recarreguen l’esperit i permeten que expandeixis el teu autèntic tu.
Josep-Ramon
quizas sea la sensacion q ese todo.. por un segundo se sintio nada..
Luego solo.. se respira.
Ay! Jian...qué bien me vinieron tus palabras en este día.
Un beso transatlántico.
Sabiamente lo describes.
Sientes, intuyes, imaginas.
Luego viene la duda de la exactitud y la senceridad al ponerlo por escrito.
Tras avances y retrocesos, idas y venidas lo plasmas en un escrito.
No siempre, sin embargo se queda uno satisfecho con lo dicho hasta que al final la evidencia viene a nuestro auxilio.
Bien dicho.
Un abrazo.
Colecciono textos de mis amigos sobre el proceso creativo porque cada escritor tiene el suyo. Llega un momento en el que nos sentamos y nos planteamos por qué, para qué y cómo. Es el salto, a partir de ahí te sabes escritor y te dejas de tonterías.
Buen salto.
Esperanza
Mientras lo leía tenía la extraña sensación de haber estado ya en estas palabras. Quizá porque me he visto desbordada en cada parte del proceso y reconozco cada recodo de ese proceso tan gratificante como a menudo complicado :-)
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