1.8.07

Náufragos I.

Pero el resuello enorme
pasó, rozó lentísimo, y se alejó en la noche, indiferente y sordo.
(Dámaso Alonso)



Alrededor nuestro, sobre inestables maderos que flotan a la deriva, pasan cada día varios náufragos exhaustos, recluidos en una soledad árida a quienes unas pocas palabras podrían rescatar de su amargura.

6 Experimentos:

L_Y_R dijo...

elige la palabra que quieras de todas las que tengo para ti... hoy te la regalo.

gracias por las tuyas.

Antígona dijo...

Unas pocas palabras pueden rescatar, puntualmente, de la amargura. Pero abandonar la condición de náufrago requiere mucho más. Ante todo, quererlo.

Un beso

EL MARTIN PECADOR dijo...

La palabra llega para adornar la necesidad de la comunicación ... e ir más allá: ilustrar los pensamientos.
... sigo viviendo 100 naufragios a diario, y sigo como el Robinson que busca a diario qué comer.
Te sigo.
El Martín pecador te saluda.

Joan Torres dijo...

Imagino, Antígona, que en la vida naufragamos en cien mares a diario. De algunos no salimos más que con la muerte; poco podemos hacer entonces más que agarrar con fuerza la tabla que nos sustenta. Pero hay otros naufragios menos enraizados en el alma, como es el del abandono. En ellos una simple palabra de aliento en el momento oportuno o pasar el brazo por el hombro, como dos camaradas incorruptibles en los años de la escuela, pueden bastar para poner el corazón en playa.

Antígona dijo...

Escéptico, creo que hay tantas variantes de náufragos como de personas. Mis palabras venían probablemente motivadas por el hecho de que muchos de los náufragos con los que me he topado eran de los que hacían aspavientos cuando veían un barco en la lejanía pero luego se alejaban en el momento en que se acercaba. O incluso de los que llegaban a subirse al barco salvador y luego lo hundían porque echaban de menos su isla desierta, sin miramientos hacia sus otros pasajeros.

Pero no negaré que todos necesitamos unas palabras de aliento de cuando en cuando, y que saber ofrecerlas no sólo es una virtud sino incluso un arte.

Un beso

Joan Torres dijo...

Es cierto que no todos los salvados merecían serlo. Pero esa lección, tan fácil de aprender con los primeros guantazos y desengaños, yo me empeño en no aplicarla. Y así, incluso viendo venir de lejos el riesgo que para mi embarcación encierran determinados actos para con algunas personas sigo, erre que erre, exponiéndome y jugándomela. Pues no sé resistirme a una llamada de auxilio.

Publicar un comentario

Powered By Blogger