17.5.07

En la sombra.

Sí: tú me buscas.

A veces en la noche yo te siento a mi lado,
que me acechas,
que me quieres palpar,
y el alma se me agita con el terror y el sueño,
como una cabritilla, amarrada a una estaca,
que ha sentido la onda sigilosa del tigre
y el fallido zarpazo que no incendió la carne,
que se extinguió en el aire oscuro.

Sí: tú me buscas.

Tú me oteas, escucho tu jadear caliente,
tu revolver de bestia que se hiere en los troncos,
siento en la sombra
tu inmensa mole blanca, sin ojos, que voltea
igual que un iceberg que sin rumor se invierte en el agua salobre.

Sí: me buscas.
Torpemente, furiosamente lleno de amor me buscas.

No me digas que no. No, no me digas
que soy náufrago solo
como esos que de súbito han visto las tinieblas
rasgadas por la brasa de luz de un gran navío,
y el corazón les puja de gozo y de esperanza.
Pero el resuello enorme
pasó, rozó lentísimo, y se alejó en la noche, indiferente y sordo.

Dime, di que me buscas.
Tengo miedo de ser náufrago solitario,
miedo de que me ignores
como al náufrago ignoran los vientos que le baten,
las nebulosas últimas, que, sin ver, le contemplan.

(Dámaso Alonso)

3 Experimentos:

peregrina dijo...

quisiera corriente
me arrastre a tu orilla
donde recostarme,
donde no contar horas.


Abrazos peste!

ybris dijo...

Formidable y terrible retrato de nuestra condición de náufragos la que describe Dámaso Alonso.
Terror de sentirse acechados por lo terrible.
Y terror de sentirse solos, sin que nadie nos busque.

Ojalá nunca nos falte quien furiosamente lleno de amor nos busque.

Abrazos.

Hipatia dijo...

Todo un maestro, Dámaso. Gracias por traerlo. Saludos estelares.

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