10.6.08

Colección de fotografías de Paul Fusco.

La sala de exposiciones neoyorquina Danzinger Projects recoge una colección de fotografías tomadas el 8 de Junio de 1968 por Paul Fusco. Por aquel entonces Paul era fotógrafo de la agencia Magnum y acompañaba a los restos de Robert F. Kennedy hasta el cementerio donde sería enterrado junto a su hermano John. De una forma espontánea miles de personas flanquearon el ferrocarril dándole un último adiós. Madres abrazando a sus hijos; familias enteras alineadas en posición de firmes; hombres blancos y negros; asiáticos e hindúes; altos y bajos.

Hacía tres días de su asesinato. Hacía dos meses del de Martin Luther King. Hacía cuatro años del de JFK.

Pareciera que aquel mundo que había comenzado a gestarse iba a desmoronarse. Pareciera que en aquel tren iban guardados los despojos de la esperanza. Medio siglo después muchos nos preguntamos si no era así.

(Visto en Fogonazos)

5 Experimentos:

guaita dijo...

Per sort, les dones i els homes d'aquest món, sembla ser que mai perdem l’esperança. Som pobres i desgraciats. Infeliços i indefensos. Desvalguts i covards. Però la nostra espècie sempre ha subsistit gràcies a: la necessitat de subsistir quantitativament (traduïda en la urgència que sentim els mascles a practicar el sexe), l’ambició (sempre ens cal superar als demés que ens envolten) i gràcies a l’esperança. Tothom sap que l’esperança és la darrera percepció que ens permet subsistir inversemblantment en entorns adversos. I quan el món sembla que comença a superar una etapa de crisi i adversitats, sempre sorgeix algú (o alguns) que s’encarreguen de desmuntar una utopia que darrerament no semblava tan utòpica o, fins hi tot, un projecte pel bé comú que s’hauria pogut dur a terme sense masses complicacions. Aleshores és quan (sempre es repeteix aquesta mateixa història a la humanitat) apareix algú altre a qui li fan nosa aquestes “bones persones”.

I .... “PAAAM!!”

Joan Torres dijo...

Tus palabras, Guaita, me recordaron otras que me han acompañado desde hace tiempo:

"Le habló del libro que estaba leyendo, sobre el tiempo, y le explicó la diferencia que existe entre el tiempo de los astrónomos y el del hombre.
Mientras reflexionaba que nada de todo aquello podía serle útil a Martín, sino como mera distracción. Toda consideración abstracta, aunque se refiriese a problemas humanos, no servía para consolar a ningún hombre, para mitigar ninguna de las tristezas y angustias que puede sufrir un ser concreto de carne y hueso, un pobre ser con ojos que miran ansiosamente (¿hacia qué o hacia quién?), una criatura que sólo sobrevive por la esperanza. Porque felizmente (pensaba) el hombre no está sólo hecho de desesperación sino de fe y esperanza; no sólo de muerte sino también de anhelo de vida; tampoco únicamente de soledad sino de momentos de comunión y amor. Porque si prevaleciese la desesperación, todos nos dejaríamos morir o nos mataríamos, y eso no es de ninguna manera lo que sucede. Lo que demostraba, a su juicio, la poca importancia de la razón, ya que no es razonable mantener esperanzas en este mundo en que vivimos. Nuestra razón, nuestra inteligencia, constantemente nos están probando que este mundo es atroz, motivo por el cual la razón es aniquiladora y conduce al escepticismo, al cinismo y finalmente a la aniquilación. Pero, por suerte, el hombre no es casi nunca un ser razonable, y por eso la esperanza renace una y otra vez en medio de las calamidades. Y este mismo renacer de algo tan descabellado, tan sutil y entrañablemente descabellado, tan desprovisto de todo fundamento es la prueba de que el hombre no es un ser racional.
(…)
Y así, apenas los terremotos arrasan una vasta región de Japón o Chile; apenas una gigantesca inundación liquida a centenares de miles de chinos en la región del Yang Tse; apenas una guerra cruel y, para la inmensa mayoría de sus víctimas sin sentido, como la Guerra de los Treinta Años, ha mutilado y torturado, asesinado y violado, incendiado y arrasado a mujeres, niños y pueblos, ya los sobrevivientes, los que sin embargo asistieron, espantados e impotentes, a esas calamidades de la naturaleza o de los hombres, esos mismos seres que en aquellos momentos de desesperación pensaron que nunca más querían vivir y que jamás reconstruirían sus vidas ni podrían reconstruirlas aunque lo quisieran, esos mismos hombres y mujeres (sobre todo mujeres, porque la mujer es la vida misma y la tierra madre, la que jamás pierde un resto de esperanza), esos precarios seres humanos ya empiezan de nuevo, como hormiguitas tontas pero heroicas, a levantar su pequeño mundo de todos los días: mundo pequeño, es cierto, pero por eso mismo más conmovedor. De modo que no eran las ideas las que salvaban al mundo, no era el intelecto ni la razón, sino todo lo contrario: aquellas insensatas esperanzas de los hombres, su furia persistente para sobrevivir, su anhelo de respirar mientras sea posible, su pequeño, testarudo y grotesco heroísmo de todos los días frente al infortunio. Y si la angustia es la experiencia de la Nada, algo así como la prueba ontológica de la Nada, ¿No sería la esperanza la prueba de un Sentido Oculto de la Existencia, algo por lo cual vale la pena luchar? Y siendo la esperanza más poderosa que la angustia (ya que siempre triunfa sobre ella, porque sino todos nos suicidaríamos) ¿No sería que ese Sentido Oculto es más verdadero, por decirlo así, que la famosa Nada?"

XVII de "Los rostros invisibles" (Sobre héroes y tumbas) Ernesto Sabato.

guaita dijo...

I és que al final, les dones i els homes no som gaire diferents a la resta de les espècies que han sobreviscut durant mil•lennis damunt la terra (i segurament també a l’univers). El que en les formigues en diuen intuïció en les persones es defineix com esperança. La intuïció permet a les heroiques formiguetes subsistir després de que altres depredadors colossals destrossin estrepitosament els seus formiguers. De la mateixa manera les colònies d’humans periòdicament són destruïdes (parcialment o total) per terratrèmols, tsunamis i huracans. I, amb més o menys esforços, sobreviuen. La diferència potser radica en que les formigues no han de suportar que els seus dirigents es facin les fotos de rigor en mig dels desastres, davant de periodistes aduladors que difonen les imatges a tot el món en qüestió de segons .

Joan Torres dijo...

Es cierto... ni tampoco tienen las hormigas entre sus dirigentes quienes impidan que llegue la ayuda a los más necesitados por no sé qué motivos ocultos. Realmente, y visto desde fuera, debemos parecer una especie muy estúpida.

Simplemente Olimpia. dijo...

Accedo a comentarte con la opinión escogída, lúcida y elocuentemente pensada....y me encuentro medio debate y otro medio que no comprendo, mejor dicho, que no descodifico......se me han quitado las ganas de hacerlo.

Aún me sigo preguntando.


Olimpia.

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