En el mes de octubre del pasado año una noticia inundó la primera página de todos los periódicos: Sergi Xavier M.M. de 21 años agredió salvajemente en el metro a una chica ecuatoriana de 16 años. Los hechos fueron grabados por las cámaras de seguridad del metro. La razón de dicha agresión, según contó con posterioridad, fue que aquella chica le había mirado mal.
En el mismo vagón, y a escasos metros, otro joven, también sudamericano, contemplaba la escena sin decidirse a intervenir.
Sobre el papel de aquel testigo inmóvil se habló mucho. Se barajó, incluso, la posibilidad de procesarlo por negación de auxilio. De pronto todo el mundo se lanzó contra el cuello de aquel pobre infeliz cuyo único delito fue el de estar en el lugar inapropiado en el peor de los momentos. Y su única falta la cobardía.
La experiencia me ha enseñado que somos imprevisibles a la hora de actuar en situaciones de crisis. De pronto el valiente se queda bloqueado, mientras que al miedoso se le activan unos resortes desconocidos. Por el contrario cuando estamos plácidamente sentados en el sofá de nuestro confortable salón, nos creemos invulnerables y censuramos al pusilánime.
Yo me reconozco cobarde. Me veo en aquel vagón, veo la espalda de aquella bestia interpelando a la pobre chica, escucho sus gritos racistas, los de él, oigo el ruido quebrado del primer manotazo, y noto como la ira y la rabia me sacuden el alma. Casi a la vez recuerdo a mis hijos plácidamente dormidos, huelo la quietud de su cuarto de juegos, noto el reparador abrazo de mi esposa cuando llego a casa, y el miedo me entumece los brazos, me agavilla las piernas. Pensar que una navaja inoportuna pudiera privarme de todo ello me inmoviliza y me hunde contra el asiento y me cierra la boca y me aplasta la nuca.
18 Experimentos:
Muy bueno. Y mucha razón. Una realidad que apena, pero una realidad. Muy lúcido.
El chico se quedó bloqueado de miedo, pero también la chica agredida se quedó paralizada. Si entendemos que ella no acertase ni a moverse, ni a levantarse, ni a correr, podemos entender que el otro chico tampoco. ¿O el valor tiene sexo?
Ese es otro tema que requeriría un "post" completo: el género del valor. Me pregunto qué habría ocurrido si quien ocupaba el asiento de aquel chaval hubiera sido una mujer; ¿se le habría exigido que actuara en defensa de aquella chica?
Interesante reflexión, Lilith.
La covardia també és una manera de sobreviure. Amagar-se, dissimular, mantenir-se al marge, rentar-se’n les mans, no dir tota la veritat ..., són mètodes que sovint (sobretot als més dèbils) ens han permès de subsistir davant dels més poderosos.
Me pregunto cuántas veces las actitudes de cobardía no han ensalzado a los pusilánimes hasta las cumbres del poder.
Mucha razón tienes.
Somos imprevisibles.
Pero hay que ser razonables. La prudencia no es cobardía. Una patada o un insulto no es un navajazo.
De la humillación se sale, de la muerte, no.
Y, además, el extranjero -quizás hasta sin papeles- se juega algo que para él a veces vale más que la vida.
hemos visto demasiadas películas.
Un abrazo.
O quizá el cobarde es un "valiente" que tiene cosas que perder. No sé.
El Click
Si el cobarde es un valiente que tiene cosas que perder ¿Realmente hay alguna diferencia entre cobardes y valientes? O pertenecemos todos a un mismo grupo y sólo nos diferenciamos por cosas circunstanciales, como por ejemplo, el lugar, el momento o el estado de ánimo?
Una cosa es la valentía, y otra la temeridad. El cobarde no es un valiente que tiene cosas que perder. El miedo es un atributo de la valentía. Es precisamente quien se enfrenta a sus miedos (cosas que perder) y los vence quien es capaz de la acción valiente. El temerario no tiene miedo, y por lo tanto no puede ser valiente.
Sólo el débil puede ser valiente, y sólo la valentía nos permite vivir (que no subsistir) ante el poderoso.
Existe también una falta total de empatía hacia el otro, y entonces el balance entre pérdidas y ganancias será siempre negativo y no nos enfrentaremos a aquél que amenaza a la chica del tren. Seguramente sí te enfrentarás a quien amenace a tus hijos.
Valiente es quien teme, pero vence su temor enfrentándose a la fuente de sus miedos, una persona con una navaja, una situación, una decisión, una puerta abierta.
No creo que ninguno de los dos términos, valiente y cobarde, sean términos absolutos. Vienen determinados por las circunstancias particulares de cada caso y casi siempre por el resultado final, quiero decir que si la "película" termina bien seré un valiente y si no termina tan bien seré probablemente un inconsciente.
Pero lo que te lleva a actuar de una u otra manera depende de tantísimos factores puntuales que ni siquiera yo misma actuaré igual en situaciones relativamente parecidas.
Procuro huir de los juicios express y sumarísimos sobre las actuaciones de los demás (como ocurrió con este chico del vagón) y suelo preguntarme qué hubiera hecho yo, pero lo cierto es que no lo sabré nunca, porque no era yo quien estaba allí y la valentía, como decíais, desde el sofá de mi salón tiene distinto color de cara.
Lo que sí puedo asegurar es que desde que soy madre me he vuelto más prudente, lo cual no deja de ser un eufemismo.
Besos (con todas las precauciones)
;-D
Hay en tu primer párrafo, Lula May, mucha verdad, pienso. Si la acción del osado llega a buen término, se le llamará valiente; si no, temerario, inconsciente.
En el diálogo de Platón que lleva por título ‘Laques’, Sócrates lleva a admitir a Laques que el valor (como virtud) ha de ir acompañado de sensatez.
Aunque se trata de un diálogo con un final aporético trata éste precisamente de lo que estamos hablando aquí estos días, del valor y la cobardía, y es recomendable.
Termino de repasarlo esta tarde porque me vino a la cabeza tras el tema del blog, y destaco estas palabras de Sócrates: "Quería, pues, saber no sólo acerca de los valientes de infantería, sino también acerca de los de la caballería y de todo género de combatientes, pero, además, de los que son valientes en los peligros del mar y de cuantos lo son frente a las enfermedades, ante la pobreza y ante los asuntos públicos, y aún más, de cuantos son valientes no sólo ante dolores o terrores, sino también ante pasiones o placeres, tanto resistiendo como dándose la vuelta; pues en efecto, existen, Laques, algunos valientes también en tales situaciones." (Platón, Diálogos, Laques, 191d)
Yo no sé si es cosa de estos tiempos, pues no he conocido otros, pero una de las cantinelas constantes en mi casa, durante mi infancia, fue aquella de que el cementerio está lleno de valientes.
Quizá sean malos tiempos para la valentía épica, que no sólo sufre de nuestro desdén, sino que incluso, en ocasiones, parece haber pasado de ser considerada una de las más bellas virtudes a ser considerada como cosa de imbéciles.
Un saludo a todos.
Disculpadme, aunque también tenía en la cabeza la alusión a la sensatez que hizo ybris, me he olvidado de mencionarlo.
De todas maneras, sigo dándole vueltas a si la sensatez forma parte de la valentía, si es un atributo necesario de la valentía, y no estoy seguro de ello.
Más saludos.
Realmente todo cuanto habéis expuesto es muy interesante y extraordinariamente complejo. Me habéis obligado a darle vueltas varias veces para llegar al final a la conclusión de que estaba tan perdido como antes de comenzar.
De ningún modo creo que el miedo sea una característica sólo del valiente. Algo me dice que el miedo es una característica propia del ser humano. Siente miedo el cobarde, el valiente y siente miedo el temerario.
Creo que Lula dio en el clavo al mencionar que cada uno de nosotros actuará de formas diferentes ante situaciones similares. Por ello considero que no existen personas cobardes, valientes o temerarias sino que son tres actitudes ante la vida que puede adoptar el ser humano. A lo sumo habrá personas con una inclinación mayor a mostrarse de una u otra forma.
Por ello, y en definitiva, me inclino a pensar que las tres no son más que los diferentes grados de una misma cosa (como las diferentes temperaturas de un termómetro no son cosas diferentes en esencia). La respuesta que manifestamos a un estímulo exterior puede ser cobarde si no asume riesgos, valiente si los asume y temeraria si los asume en exceso.
Así pues desde la Edad Media hasta el XIX imperaba la valentía en cuanto a la asunción de riesgos en su justa medida: desde Las Cruzadas hasta las guerras napoleónicas, el rol predominante era el del héroe, aquél personaje que entregaba su vida por un ideal. En el romanticismo ya no bastaba con asumir riesgos por un amor o por un ideal, había que asumirlos en exceso. Por ello la vida comenzó a tener un valor relativo que terminaría por poner de moda el suicidio como una salida digna a muchas situaciones . Por el contrario, desde las últimas revoluciones industriales hasta esta edad de las telecomunicaciones y de confort, nadie quiere arriesgar ni arriesgar en demasía. Y las actitudes cobardes son las que predominan por encima de cualesquiera otras.
Yo no quise decir que el miedo fuese una característica sólo del valiente; quise decir que el miedo es una característica del valiente, pues sin nada que temer no hay valentía.
Sin embargo estoy de acuerdo con tus conclusiones, Escéptico. Aplicas la teoría aristotélica del justo medio: la valentía está entre la cobardía y la temeridad. Utilicemos a Aristóteles: "Lo temible no es para todos lo mismo, pero hablamos, incluso, de cosas que están por encima de las fuerzas humanas. Éstas, entonces, son temibles para todo hombre de sano juicio. Pero las temibles que son a la medida del hombre difieren en magnitud y en grado y, asimismo, las que inspiran coraje. Ahora bien, el valiente es intrépido como hombre: temerá, por tanto, tales cosas, pero como se debe y como la razón lo permita a la vista de lo que es noble, pues éste es el fin de la virtud. Sin embargo es posible temer esas cosas más o menos, y también temer las no temibles como si lo fueran. De este modo, se cometen errores al temer lo que no se debe o como no se debe o cuando no se debe o en circunstancias semejantes, y lo mismo en las cosas que inspiran confianza. Así pues, el que soporta y teme lo que debe y por el motivo debido, y en la manera y tiempos debidos, y confía en las mismas condiciones, es valiente, porque el valiente sufre y actúa de acuerdo con los méritos de las cosas y como la razón lo ordena. Ahora, el fin de toda actividad está de acuerdo con el modo de ser, y para el valiente la valentía es algo noble, y tal lo será el fin correspondiente, porque todo se define por su fin. Es por esta nobleza, entonces, por lo que el valiente soporta y realiza acciones de acuerdo con la valentía." (Aristóteles, Ética nicomaquéa, libro III, 1115b)
No íbamos tan desencaminados, pues en el texto de Aristóteles aparece muchos de los conceptos que hemos estando utilizando: sensatez, razonabilidad, temeridad, aparte de los propios miedo y valor. También se refiere a la nobleza: la valentía sería un medio de quien es noble. El concepto de nobleza daría para mucho, pues es también una de esas cualidades que parecen pertenecer a otros tiempos.
El confort, amigo Escéptico, ese confort tan burgués que hace de nosotros unos verdaderos blandengues y que crea entre nosotros cierta animadversión (¿por mala conciencia?), incluso, hacia tan antiguas y meritorias virtudes.
Hay que ser muy valiente
Hay que ser muy valiente para vivir con miedo.
Contra lo que se cree comúnmente,
no es siempre el miedo asunto de cobardes.
Para vivir muerto de miedo,
hace falta, en efecto, muchísimo valor
(Nada grave, Ángel González)
Siempre vivo con el miedo a ser capturada. / Capturada por un aullido nocturno que me desvele, /
por una imagen terrible que se me grabe a fuego en la retina, / por un dolor ajeno que se haga propio / o peor, / un dolor propio que se haga ajeno.
Y para vencer al miedo escucho menos / miro menos / siento menos / y comparto menos.
Y cuanto menos soy / más espacio tengo en mí para alojar el miedo.
Es que hasta que no estamos contra la pared...suele invadirnos cierto letargo.
Actuar no es sencillo; sirve para pensar en la próxima...
Pasé a verte.
Un abrazo!
Una pregunta:
Si ocurriera el hipotético caso en el que alguien le hiciera lo mismo a uno de los seres a los que amamos y los otros estubieran en casa amenzados también, ¿qué haríamos? O tan sólo que fuera uno de ellos y los otros no, ¿qué haríamos?.
El miedo crea miles de argucias para dejar de hacer siempre y así luego justificarnos.
Si haces compruebas, si no haces perdiste una oportunidad valiosa de demostrarte a ti mismo que al menos lo intentaste.
De este modo en vez de quedarnos paralizados creariamos estrategias para afrontarlo.
Pensamos demasiado y demasiado mal, con lo que cada vez somos más esclavos.
¿Se deduce entonces que hacemos esclavos a esas víctimas de nuestro miedo? Mucho me temo que sí, a la vista está que cada vez hay más descaro para realizar esos actos infames de pegar aún en publico, ¿o debería decir espectadores? ¡Qué bien lo saben los que pegan!
No sé por donde empezar, me gustaría comentarlo todo, todo, todo...dar mi opinión de los hechos...decir y decir...hizo mal o hizo bien, debería haber hecho ésto o aquello..pero ni tengo potestad ni juicio imparcial.
Hablais de ánimo de valentía, de cobardía de sensatez...de automutilación de la conciencia, de ceguera...incluso del valor del sexo.
Pero sólo comentaré el título...uno no sólo es cobarde por sus hechos u omisiones. Así digo y así pienso.
(adoro cuando escoges una reflexión y no las sirves con tu mantel de la controversia y tu cubertería recién pulida del posicionamiento extremo)
Olimpia.
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