El rencor se agarra con la repugnante fuerza de la tenia y nos parasita el alma. Su cuerpo -alargado, sinuoso y húmedo- lo forman cientos de anillos gordos hinchados por los jugos del recuerdo. En uno de los extremos se localiza una cabeza tetragonal. Allí, como las aberturas de vigilancia que flanquean a los faros, pueden verse unas minúsculas bocas con las que se aferra a nuestra memoria. Y en ella inocula su hiel sin prisa.
15 Experimentos:
me encanto la entrada
Y si te digo que no entiendo nada... me perdonarías?
Veneno letal para el alma, realmente hiel-a los sentimientos.
Qué bien se está cuando no se siente...
mi estómago emocional es basante resbaladizo con que las tenias rencorosas tienen poca capacidad de agarrarse. Pero los recuerdos se mantienen, sino en el estómago, en la memoria; que aunque sea también dolorosa, sabe perdonar.
La ira (o el rencor) y la tristeza son dos procesos psicológicos distintos que se desencadenan por los mismos hechos: algo que nos parece injusto, como la muerte de alguien querido.
La diferencia es cognitiva: si identificamos un culpable nos invade la ira, si no lo identificamos, la tristeza.
El rencor ata con cadenas muy sólidas, y uno es la única víctima.
Deja que se vaya.
Ahora que te leo, creo que nunca he sentido rencor.
Con el amor me basta.
Yo, como Imagina, no creo haber sentido nunca la tenia del rencor.
Lo más que he llegado es a la indiferencia (que a veces muerde tanto como el rencor).
Y se puede cantar también como un tango.
Un abrazo.
Amigo Ybris,
Si nunca has sentido rencor ¿cómo sabes que muerde tanto como la indiferencia? (intercambio el orden, pero en una relación binaria de equivalencia es consistente, como bien sabes)
Joan, el amor se desborda por malentendidos, por bienentendidos o por sí sólo.
Pero la forma mas arrebatadora que conozco es por las lluvias torrenciales.
Al escribir las líneas sobre el rencor, os confieso, no pensaba en mí. Pensaba en una persona que intentó hacer daño a alguien a quien aprecio. Por lo que sé, o bien el rencor o bien el despecho le movieron a verter, a aquél, unas críticas que lastimaron.
Hablaré ahora de mí: yo sí he sentido rencor; intensamente. Nuestra parte oscura nos lo envía, imagino, para dejar constancia cada cierto tiempo de que está ahí, de que existe. Como con cualquier otro sentimiento que venga de aquel recóndito lugar, uno no debe ignorarlo. Ni negarlo. Ha de aceptarlo y aprender de él. Cuando me he sentido presa del rencor reconozco que me notaba extraño: no me es familiar vivir en él. Pero de alguna manera sé que es tan de mí como el amor, como la poesía.
Y hablando de inundaciones de amor: si las provoca él mismo, sigo sin saber en qué circunstancias, si son los malentendidos, no creo que sea el amor quien se desborde; quizás, a lo sumo, nuestra comprensión; pero si son los bienentendidos quienes lo hacen, en ese caso me da que sería el mismo amor quien se desbordaría, con lo que me remitiría al caso A).
El rencor nos parasita el alma y los días... Roba fuerzas, consume... Que malo que a veces sea tan dificil despegarlo (literalmente nos aprieta las tripas, por nada se suelta el puñetero)...
El rencor es una cara de la moneda del amor, del cariño, de la amistad... A veces sale cara, otras cruz.
Sin embargo, a pesar de ser un sentimiento tan desagradable, a veces es necesario sentirlo para saber que seguimos vivos, para comprobar que no acabaron con nosotros.
A veces (sólo a veces) creo que es más rentable sentir rencor. No sentirlo te lleva a sufrir, ya sabes perdonar para que te la vuelvan a dar...
Yo, que no lo soy (no lo considero ni un piropo ni una ventaja), en ocasiones pienso que debería fomentarlo. A veces, ya digo, no perdonar es una ventaja. Para mí, un imposible.
El rencor me alimentó durante años. Ahora me siento incapaz de ejercerlo, tal vez porque me di cuenta a tiempo de que es autodestructivo.
En estos momentos ni siquiera me apetece odiar: la indiferencia se me ha revelado como la mejor venganza.
Besos orgiásticos.
Entiendo el rencor como un ejercicio que hace la memoria y que en cierta medida nos protege. Pero si se convierte en obsesivo es un lastre que pesa demasiado y nos detiene; me ha dado buenos resultados practicar la indiferencia respecto a ciertas cosas; ha sido muy saludable para arrancar sus raíces del alma.
Me ha encantado el texto, Joan.
Un beso galáctico.
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