24.10.08

Traición.

Me piden que siga hurgando en mi interior y que escriba sobre todo aquello que encuentre. Que me deje de transcripciones ajenas. No es fácil, creedme, pero no porque me frene un pudor grueso, ni porque pretenda guardar alguna parcela a buen recaudo. Es un bramante de angustia y cáñamo el que anuda mis manos, tensándolas lejos del teclado.

Algunas noches son tan agitadas como una mala travesía. Sueños que no comprendo se derraman desde mi almohada, la humedecen arrugándola. Luego, cuando amanece, noto el abrazo protector de mi esposa que me devuelve la quietud, me sosiega. Y comienza un nuevo día.

Desde hace días debo enfrentarme a la agria mirada de la traición, a su lógica irracional y mezquina. La deslealtad, dicen, no recibirá premio, no será recompensada. Pero contemplar su impunidad aparente me hunde en una pastosa frustración.

Una traición es sólo un hecho. Algo que sucede y que flota sobre nuestra memoria salobre mientras que es avistado desde la cubierta de nuestra conciencia. Luego debería ser sobrepasada y olvidada. Pero yo no he podido. Se ha pegado a mi costado y me oprime desgastándome. Y espero.

4 Experimentos:

UnaExcusa dijo...

Una traición es sólo un hecho. Pero te rompe el mundo.

Y ésa es la putada, niño.

diesirae dijo...

¿Y por qué debería ser olvidada la traición? Olvidarla es alentar su impunidad. Lo que se debería de sobrepasar y olvidar es la frustración causada por ella. Y ni eso. Tiro del soneto de Agustín García Calvo, compañía para la frustración:

Enorgullécete de tu fracaso,
que sugiere lo limpio de la empresa:
luz que medra en la noche, más espesa
hace la sombra, y más durable acaso.

No quiso Dios que dieras ese paso,
y ya del solo intento bien le pesa;
que tropezaras y cayeras, ésa
es justicia de Dios: no le hagas caso.

¿Por lo que triunfo y lo que logro, ciego,
me nombras y me amas?: yo me niego,
y en ese espejo no me reconozco.

Yo soy el acto de quebrar la esencia:
yo soy el que no soy. Yo no conozco
más modo de virtud que la impotencia.

(Sonetos teológicos, I)

A qué exigirnos tanto. Adelante, mis valientes.

Un abrazo.
E.

Caractacus dijo...

La traición es el arma de los caracteres débiles. Un alma enjuta y podrida disimulada con la astucia de una víbora.

Joan Torres dijo...

Sin duda el fracaso encierra una carga estética intensa. Pero no se debería aceptar que la frustación fuera tolerada más allá del papiro y la pluma.

No pretendía olvidar la afrenta ni dejar para siempre atrás a la traición. Tan sólo, acaso, superar el dolor que nos provoca, librarnos del lastre que impide realizarnos como personas.

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